lunes, 23 de mayo de 2016

Un día en la vida de Marielos García





Buenos días a todas y todos:

Soy salvadoreña, trabajo en el Departamento de Economía de la UCA de El Salvador. Colaboro también en la parte administrativa con el Decanato de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales.

Espero aprender todo lo que sea posible de la experiencia en TRAL para llevarlo a la práctica comunidades de aprendizaje de diversos temas.

sábado, 25 de agosto de 2012


¿Es posible que El Salvador progrese?






Algunos elementos que condicionan el repunte económico salvadoreño  
Por Marielos García (*)
SAN SALVADOR-Para la mayoría de salvadoreños no es un secreto que El Salvador presenta una difícil y compleja situación socieconómica, manifiesta en diversos problemas, con desafíos enormes para todo aquel que quiera aportar a la solución, pues existen intereses contrapuestos los cuales “juegan” a favor de quienes tienen mayor poder de influencia. Asimismo, existen otras “camisas de fuerza”  que limitan el margen de acción, tales como la gran influencia del capital transnacional, la dolarización y la liberalización comercial que han dejado, prácticamente, como única política económica para la estabilización macroeconómica, a la Fiscal la cual se ve limitada por el alto endeudamiento externo del país; aproximadamente 52.1% en 2009, entre otros factores.
  ¿Cuáles son algunos de los problemas que enfrenta el país?
  • Pobreza y exclusión
Como menciona el economista y sociólogo de FLACSO Costa Rica, Juan Pablo Pérez Sáinz, en El Salvador ha persistido una situación de exclusión de una gran parte de la población. Aproximadamente 50 de cada 100 salvadoreños están excluidos de los beneficios del mercado de trabajo y de la seguridad social que proporciona el Estado, pues no cuentan con un trabajo fijo que les asegure dichos beneficios. El proceso de exclusión se inicia en la inserción – la cual no es en términos de consumo –  en el mercado laboral, de capitales y financiero que son los que definen las condiciones de producción. Esta exclusión determina la situación de pobreza en el país que, según las estadísticas de la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples (EHPM) de 2009, aproximadamente 38 personas de cada 100 fueron pobres. Los cuales son los más vulnerables ante desastres naturales, la actual crisis de precios de alimentos, además de ser los que sufren más la violencia.
  • Mercado de trabajo caracterizado por bajo trabajo decente y subutilización laboral
En El Salvador, muy pocas personas poseen trabajo decente. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aproximadamente 24 de cada 100 salvadoreños gozan de uno. Por otra parte, El Salvador, al igual que la mayoría de economías latinoamericanas, tiene una alta tasa de subutilización laboral (desempleados y subempleados). Por ejemplo, datos de la EHPM de 2009, 41 de cada 100 personas presentaban esta situación, y de ellas un aproximado de 37 recibe menos del salario mínimo establecido en el sector en que trabajan.
La situación de subempleo es grave, si se toma en cuenta lo que plantea el PNUD en el Informe sobre Desarrollo Humano de 2010, el cual refleja que de cada 10 dólares de salario mínimo establecido en la industria y servicios, 8 se destinan a la compra de la canasta básica alimentaria (CBA), lo cual es más preocupante en el caso del salario mínimo agropecuario, que no alcanza para cubrir el costo de dicha canasta. Asimismo, en El Salvador, según la DIGESTYC (citada por PNUD 2010), en promedio los salvadoreños consumen 1,561 kilocalorías, menor al parámetro de consumo mínimo de 1,758 kilocalorías, establecido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Además, 29 de cada 100 hogares, cuya principal fuente de ingreso proviene del sector agropecuario, estarían en situación de privación alimentaria. En este caso, la justicia social, claramente, es inexistente. Por otra parte, si se es meramente economicista, se puede afirmar que esta situación influye de forma negativa en la productividad de los trabajadores.
Al parecer, las empresas ven a la persona que trabaja como un simple factor de producción que implica un costo. Esta visión repercute en la actitud hacia los trabajadores. Las empresas, al querer mejorar la productividad del trabajo, se enfocan en la educación, capacitación profesional, descuidando factores como la alimentación, la salud, el estado de bienestar psicológico de los trabajadores, lo cual no significa que siempre sea así, también hay actitudes negativas para las organizaciones, por parte de algunos trabajadores. Por otra parte, el Informe Estado de la Región, que publica el Programa Estado de la Nación de Costa Rica, muestra que en Centroamérica los esfuerzos por aumentar la calificación de los trabajadores no tiene una relación directa, en todos los países, con más puestos de trabajo de buena calidad y nuevos proyectos productivos. Es decir, la obtención de un grado académico no garantiza la generación de empleo.
  • Baja inversión y consumismo
Uno de los determinantes más importantes para la inversión es el crédito. Según el estudio del Banco Central de Reserva (BCR) denominado “Caracterización del crédito bancario en El Salvador: Opciones para su reactivación en épocas de crisis”, durante la crisis económica el crédito se dirigió  a préstamos personales (endeudamiento por consumo inducido por los bancos comerciales) y no a crédito empresarial. Esto se explica porqué  en 2009 incrementó la intolerancia al riesgo por parte de las instituciones financieras; además que solo se tomaron en cuenta las metas de rentabilidad que tenían. Por otra parte, se limitó el crédito a las micro, mediana y pequeña empresa (MIPyME) se les dio menores plazos de contratación y se incrementó la tasa de interés (incluso subieron más que las internacionales), lo que provocó  una menor actividad económica e incrementó la mora bancaria.
El mismo estudio del BCR plantea que el 96% del capital de los bancos privados es extranjero y la banca estatal, nada más, posee el 4%. El bajo porcentaje que posee la banca estatal  limitó su impacto en el crédito global en 2009. Por su parte, los ejecutivos bancarios, mencionan que los créditos cambiarían en función de mejores perspectivas económicas, de lo contrario seguirían con la política restrictiva del crédito.
Otro factor que, según algunas encuestas realizadas a las empresas, determina el nivel de inversión es la delincuencia, situación que afecta a la mayoría de la población. De acuerdo a un estudio del Banco Mundial, por cada 100,000 habitantes se cometen 58 homicidios, el cual es el índice más alto de América Latina. Asimismo, en el país, el costo económico por la violencia y el crimen asciende al 10.8% del PIB, según Acevedo (2008), es decir, que por cada 10 dólares que se producen en concepto de bienes y servicios, 1.80 de dólares van destinado al gasto de seguridad.
Por otra parte, el país, al ser una economía capitalista, vive el consumismo que lleva a las personas a concentrarse en lo que quieren más que en lo que necesitan, además de una preferencia del tener sobre el ser. Según el sociólogo Zygmunt Bauman (citado por Zalcedo 2008), se puede hablar de un homo consumens, que tiene como única razón de ser el consumir y que junto al homo economicus “definen y conforman a la sociedad de mercado”. Esto ha llevado a que el país se concentre más en consumir que en producir. Un dato que muestra esta situación es el porcentaje de consumo sobre el PIB en 2009, que llegó a ser de 102.38% (incluye consumo de los hogares y administraciones públicas) y desde 2004 a la fecha ha tenido el mismo comportamiento, es decir, los salvadoreños están consumiendo más de lo que producen.
  • Muchos incentivos fiscales para quienes más tienen
El sistema tributario salvadoreño se caracteriza por su regresividad, esto debido a que, por una parte, el 67.6% de los ingresos tributarios son impuestos indirectos, los cuales son pagados por los consumidores, no por las empresas. Por otra parte, al gravarse con el 25% a todas las personas jurídicas, el efecto es mayor para las de menores ingresos.
Es importante señalar que El Salvador, a lo largo de varias décadas, ha dependido del otorgamiento de incentivos fiscales para atraer inversión extranjera directa (IED) y promocionar sus exportaciones, lo que ha impedido que el país se dedique a aumentar la productividad. Por otra parte, según la CEPAL, en los países en desarrollo no se puede asegurar que a mayor IED se dará mayor crecimiento, productividad e innovación. 
Asimismo, en el país, algunas leyes que favorecen las exenciones (gasto tributario) a algunos sectores y que generan un costo sobre las finanzas público son la Ley de Zonas Francas Industriales y Comerciales, Ley de incentivos de Turismo, Ley de Servicios Internacionales, Ley de incentivos fiscales para el fomento de las energías renovables en la generación de electricidad, y el decreto de Ley de Reintegro de los Derechos Arancelarios a la Importación, aprobado en 2011. Todas estas leyes requieren de una inversión inicial alta, lo que deja fuera a muchas micros y pequeñas empresas.
  • Baja competitividad que se basa en el mantenimiento de bajos salarios
En el informe del Foro Económico Mundial 2010-2011, que tiene como muestra a 139 países, señala que El Salvador es uno de los países, a nivel mundial, en las peores posiciones en cuanto a la calidad del sistema de educación donde ocupa el lugar 121; calidad de la educación en ciencia y matemáticas, el 124;  tasa de asistencia en la educación secundaria, el 106. Asimismo, la situación de innovación, la influencia negativa del crimen y la violencia no se quedan atrás. De acuerdo a investigaciones de Roberto Góchez y Melissa Salgado, docentes en investigadores de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA),  El Salvador ha querido competir internacionalmente con bajos salarios. Aunado a esto, ni si quiera se puede competir de forma espuria, a través de una devaluación debido a la “camisa de fuerza” establecida con la dolarización.
Otros problemas, ¿dónde está la solución?
Por último, se puede mencionar otros problemas tales como la “atomización social” que se manifiesta en violencia y delincuencia, pobreza y exclusión, deterioro ambiental, rezago del sector agropecuario que ha llevado a un aumento en la pobreza rural y a una dependencia de la importación de granos básicos, para el año 2006 la dependencia de importación de arroz fue de más del 90%, del frijol de casi un 40% y del maíz casi en un 10%. Todos estos problemas se refuerzan entre sí y no parece, al menos en la práctica, que se puedan solucionar con las medidas de siempre.
Por otra parte, diferentes investigadores han opinado acerca de lo que es necesario hacer para que el país “salga adelante”. Parafraseando a Schutz, el dice que ello dependerá de los intereses, aspiraciones, motivos, deseos, compromisos ideológicos que tengan las personas que estén en el poder. Es claro que para hacer algo se requiere, en primer lugar, conocer las causas de los problemas, ya que no se puede vencer al “enemigo” sin conocerlo. En segundo lugar, es evidente que se requieren recursos monetarios (los cuales para el caso de nuestro país son limitados por la baja carga tributaria (12.4% en 2009) y por algunos “despilfarros” por parte de los gobiernos, no solo el actual. En tercer lugar, es indispensable la voluntad y efectividad para realizar cambios profundos en las estructuras de poder. No obstante, las soluciones, no solo dependen del Gobierno Central, se trata de un compromiso de parte de la sociedad.
Vale preguntarse si un nuevo sistema económico o modelo económico (que no es lo mismo que sistema) es suficiente. A excepción de la comunidad primitiva, que fue la primera forma de organización de las personas para la satisfacción de sus necesidades (hace aproximadamente 2.5 millones de años) – y que se caracterizaba por relaciones de producción solidarias – siempre ha habido un afán del hombre por dominar a los demás, lo cual se observa en el esclavismo, modo de producción  “asiático”, feudalismo, “socialismo” y, actualmente, en el capitalismo. Si no cambia esto, como condición necesaria para mejorar las pretensiones que pueda tener un nuevo sistema o modelo económico no tendrán los frutos esperados para la mayoría. Aunque el cambio no siempre es malo, tampoco siempre es bueno. A la pregunta con la que inicia este breve artículo, que no tiene la pretensión de ser un análisis exhaustivo, ¿es posible que El Salvador “progrese”? se puede responder: Talvez, dependerá de varios factores.




Neuroeconomía


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